Robert P. Giles es el actual Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Proviene de una familia adinerada y con una gran tradición militar que se remonta a la guerra de Secesión. Como ha comentado más de una vez, se crío entre recuerdos de rifles, bayonetas y todo tipo de armamento de sus antepasados, atesorados en la mansión familiar en las afueras de Washington.
Contaba únicamente con doce años cuando ingresó en una de las academias militares más prestigiosas de Estados Unidos, con el objetivo de formarse para ser un militar de elite hasta alcanzar la mayoría de edad y hacer carrera en el ejército. Pero los terribles sucesos de la guerra de Vietnam removieron su conciencia de tal forma que con tan sólo dieciséis años de edad decidió escaparse y alistarse, falsificando su ficha y fingiendo tener dieciocho. Su físico y altura ayudaron a mantener el engaño. A pesar de su corta edad, su gran formación lo hicieron destacar durante el periodo de instrucción. Sus mandos vieron en él un joven de gran potencial y una fuerza de voluntad de hierro. Es por ello que fue destinado como enlace de inteligencia de la USAF en Saigón. Hasta que no llegó a Vietnam no se puso en contacto con sus padres y les contó la verdad. Estos montaron en cólera, pero aunque quisieran ya no podía regresar. Finalmente, su padre aceptó su voluntad y Robert contó con su beneplácito.
Era la primavera de 1.972 y en ese entonces Estados Unidos acababa de romper las negociaciones de París e iniciar la campaña de bombardeos conocida como Linebaker. Robert destacó sirviendo de enlace en diferentes misiones de operaciones especiales facilitando la información y apoyo necesario de la Fuerza Aérea a los comandos en tierra. Por voluntad propia, se mantuvo en el frente hasta la firma de los acuerdos de Paris en 1973 y la consiguiente retirada de Estados Unidos del conflicto.
Tan sólo había sido un año, pero para él se había sentido como si fuera una década. Los horrores que vivieron lo marcaron para siempre, templándolo como acero puro y alimentando su férrea determinación de convertirse en un gran líder militar. Contaba con 17 años a su regreso a casa, pero su hoja de servicios estaba repleta de menciones honoríficas y recomendaciones de sus superiores. Es por ello, que tras una reprimenda, Robert P. Giles prosiguió oficialmente su carrera militar, entrando en la Academia del Ejército del Aire.
Los siguientes años los pasó formándose como piloto, aunque sin abandonar su gran interés por la Inteligencia y la estrategia militar. En 1991 participó en la Guerra del Golfo como responsable de Inteligencia para la USAF dentro de la Coalición Aliada. Fue ahí donde tuvo que lamentar su mayor derrota personal, cuando en una de las operaciones de bombardeo que dependían de él se perdieron tres cazas F-16. Robert se culpó de lo sucedido, ya que había subestimado la capacidad defensiva de los iraquíes y el uso de sus aviones de combate. Esta situación hizo que tomara conciencia de la necesidad de nunca confiarse y siempre buscar la superación propia.
En los años siguientes continúo ascendiendo y abandonó definitivamente los campos de batalla para sustituirlos por los despachos, donde descubrió ser un luchador ágil que sabía aunar lo mejor de la veteranía del combatiente con la visión política necesaria para lidiar con los burócratas. Y es que Washington y el Pentágono eran un nido de pirañas en el que había una gran competencia y cualquier despiste o fallo podía resultar fatal. Robert se sentía como pez en el agua y aprendió a lidiar con todos los retos y obstáculos que se le pusieron por delante.
Así, en 2004 logró su gran aspiración, tras ser nombrado Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Tomó como principal misión personal lograr convertir a la USAF en la fuerza aérea más avanzada y efectiva del mundo. Resultado de esa voluntad fue la creación del programa Fénix, para desarrollar un caza de superioridad orbital que permitiera asegurar la hegemonía de Estados Unidos tanto en el cielo como en la órbita.
ACTUALMENTE
El empeño de Robert en el programa Fénix le ha provocado un gran desgaste político, que sus enemigos están intentando aprovechar en su contra, liderados por el congresista John Casper. Conocedor de que el tiempo se acaba ha decidido acelerar todo lo posible el proyecto Fénix, para obtener los resultados que necesita y acallar así las voces que se alzan contra su mayor apuesta personal. La modernización de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos está en juego y el general Robert P. Giles está decidido a no rendirse sin luchar hasta el final.