Originario de la ciudad de Hudson, en Columbia, Nueva York, el teniente James Curtis se mudó a la Gran Manzana con su familia a la edad de diez años. Allí se afincaron en el distrito de Queens donde tuvo una infancia normal, marcada por su gran afición al beisbol y a los Mets.
De pequeño James soñaba con ser jugador profesional de beisbol. Sus aspiraciones cambiaron con la muerte de su hermano mayor Jason, fallecido en combate durante la primera fase de combates en Afganistán tras la tragedia del 11-S. Su pérdida lo marcó enormemente y decidió seguir sus pasos, pero en vez de unirse a los Marines como él, se alistó en las fuerzas aéreas. Sus padres, unos grandes patriotas americanos lo apoyaron en todo momento y le permitieron unirse a la Academia de las Fuerzas Aéreas.
Allí destacó como uno de los mejores pilotos de su promoción. Sus instructores siempre destacaban su gran disciplina y voluntad férrea. Tras ser destinado varios años entre Afganistán e Irak, donde participó en numerosas operaciones de bombardeo contra insurgentes, James regresó a Estados Unidos. Fue en ese entonces, cuando el teniente coronel Preston contacto con él y le propuso unirse a su equipo de pruebas del proyecto Fénix. Había seguido de cerca sus progresos y estaba convencido de que su perfil respondía a lo que estaban buscando.
Tras aceptar, James se trasladó a la base de Groom Lake y se unió al equipo de Preston. En muy poco tiempo logró adaptarse y forjar una gran relación con todos, especialmente con el capitán Derek Chapmán y el teniente Kira Takeda.
Personalmente, siempre ha resultado una persona un poco difícil de tratar, pero todos los que lo terminan conociendo reconocen que se trata de un camarada leal que siempre te cubre las espaldas.
James es un piloto muy ambicioso y combativo, dispuesto a llegar a lo más lejos. Formar parte de las pruebas del Fénix es su gran oportunidad para destacar y está dispuesto a dar lo mejor de sí para lograrlo. Su principal motivación es la de querer hacer sentir orgulloso a su hermano Jason, al que siempre nota a su lado cuando vuela, como si fuera su hombre ala invisible.